Desde el inicio de su historia en el planeta, el ser
humano ha establecido diferentes formas de relacionarse con la naturaleza. De
esta ha obtenido todo cuanto ha necesitado para satisfacer sus necesidades
materiales, pero en un proceso que ha durado miles de años y radicalmente la ha
transformado.
Esas formas de relación con el entorno natural fueron
decisivas para el desarrollo de la cultura humana, pero en nuestra época dicha
relación ha dejado de ser armónica y, de hecho, se han convertido en un aspecto
fundamental del que dependen el nuevo futuro de las nuevas generaciones humanas
y la pertenencia de la vida en el planeta tierra, puesto que, como producto
directo de las acciones humanas, se ha generado un deterioro ambiental
creciente y alarmante.
Así se ha observado que el deterioro del entorno natural
no solo perjudica a este puesto que los seres humanos vivimos en él, con el
resultado de que también nos lesiona a nosotros. Baste recordar que existen
enfermedades generadas precisamente por la contaminación, lo que evita que los
seres humanos podamos gozar de una adecuada calidad de vida.
No obstante, la contaminación ambiental no es el único
problema que existe en la relación entre seres humanos y naturaleza. Otro
urgente problema de nuestros días tiene que ver con el uso que los humanos le
damos a ella. Dado que los recursos naturales comienzan a agotarse en forma
alarmante, ya que nos hemos olvidado de que estos son finitos, y sobre todo que
serán cada vez más escasos si no tomamos cartas en el asunto y empezamos a
trabajar para preservarlos.
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